Las cosas no siempre salen como uno quiere, pero eso no significa que salgan mal. Para solucionarlo estamos nosotros.
El pasado 16 de Julio queríamos rodar el videoclip de Rumba triste. Una canción que bebe mucho del cine «kinky» y de aquellas películas como «El Pico» y «La estanquera de Vallecas», así que no podíamos soñar un escenario mejor que la exposición que había en ese momento sobre Eloy de la Iglesia en la Tabacalera de Madrid.
Tú quieres grabar algo y después la realidad te golpea.
Y en eso se quedó, porque cuando fuimos a rodar, nos fue imposible por un tema de permisos. Por desgracia estas cosas pasan de cuando en cuando en la producción, así que, ante una crisis, una oportunidad.
Teníamos todo el equipo, estábamos todos y el parking estaba pagado; además, ¿Qué mejor sitio para hacer un homenaje al cine «kinky» que la zona del rastro de Madrid?
Pues armados con esto, ganas y buen humor, a pesar del varapalo, nos pusimos a recorrer las calles de Madrid, junto a la inestimable ayuda de Raquel Almagro que nos hizo de «chica para todo» o, como se llama en el cine «Auxiliar de producción».
Más vale saber resolver, que preparar.
Con estos mimbres, una buena cámara e imaginación, grabamos planos sueltos, acompañados de la canción por toda la zona del Rastro de Madrid, buscando los rincones y los planos que mas nos recordasen a aquellas imágenes del Madrid «underground», el del caballo, los pasotas y la madera, que todavía siguen vivas en la ciudad que hoy caminamos a diario.
En algo menos de dos horas, que eran las que teníamos (las que se puede aparcar en zona verde), grabamos un repertorio de planos variopinto e interesante, en el que todos teníamos nuestra miguita de protagonismo y donde el espíritu de la letra de la canción afloraba por los cuatro costados.
Después llegarían el montaje, las horas y los efectos para darle el color y el aspecto que queríamos, pero el resultado es este y estamos muy orgullosos de él.
Lo hacemos por vosotros.
Esperamos que os guste tanto a vosotros como nos gustó a nosotros hacerlo. Y hasta aquí os escribo porque: «Se acabó el papel, no quedan ideas y el suelo de mi casa parece gritar…»